jueves, 5 de agosto de 2010

Autoridad


La autoridad es uno de tantos conceptos que todos conocemos, pero que a muchos se nos hace difícil describir de forma sencilla.

¿Qué es la autoridad? ¿Es mero poder sobre algo? ¿El valor del respeto? Sea como fuere, creo que gran parte de nosotros podemos estar de acuerdo en una cosa: la autoridad equivale a responsabilidad.

Uno de los más habituales ejercicios de autoridad es la paternidad. Un niño ha de aprender bien un concepto: en casa, los padres son la autoridad. En eso coincidimos todos, o casi todos. Pero, ¿hasta qué punto?

¿Tienen los padres derecho a evadir en contadas ocasiones el razonamiento lógico en pos de un objetivo final que justifique dichos medios? En mi opinión, no.

Un@ hij@, ya sea niño, adolescente o joven, necesita tener bien claro, aparte del concepto de autoridad ya mencionado, el concepto del razonamiento lógico. Y esto es algo que muchos padres no tienen tan claro.

Son numerosos los casos que yo mismo he presenciado de personas de mi edad, e incluso mayores, que son total y absolutamente incapaces de seguir una discusión argumentada, poseyendo la falsa creencia de que una discusión equivale a un "mal rollo". Si ellos son incapaces de razonar a ese nivel es porque ni les han enseñado, ni han querido aprender.

Y aquí es donde vuelvo a los padres. Cada uno tiene su método, pero todos deberían tener un punto en común: el hijo debe comprender el motivo del castigo. Aún diría más, debe HABER un motivo. No se puede castigar por el simple hecho de demostrar autoridad (muchos lo hacen). Es ilógico a la par que absurdo. Ralentiza la capacidad de razonamiento del hijo, le confunde.

A los niños les confunde la inestabilidad. A medida que desarrollan sus capacidades cognitivas, van apreciando los sutiles matices del razonamiento humano, lo que yo llamo "escala de grises". Pero hasta entonces, no nos podemos permitir el lujo de dejar que alberguen dudas al respecto. Debemos ser lógicos en todo lo que hacemos, en la forma de actuar para con nuestros hijos y para con la gente en general. Así ellos lo comprenden.

Si se les castiga cuando se les ha de castigar, se les premia cuando se les ha de premiar y se les anima a continuar intentándolo cuando cometan un fallo, difícilmente podrán generarse confusiones.

Y es que de la autoridad, a la obsesión por el control, hay un paso.

2 comentarios:

  1. No creo que los castigos sean muy efectivos, la verdad. Prefiero abusar del "razonamiento lógico" a través del diálogo, la comprensión y, sobre todo, la empatía.
    En cuanto a lo de la "autoridad", creo que a estas alturas no es preciso demostrar quién manda en casa, pienso que hay que saber compartir responsabilidades y saber llevarlas a cabo. Un abuso de autoridad puede derivar en una "casi-dictadura". Prefiro que me digan que malcrío a mi hija mucho antes de que la niña viva acojonada con mandatos y normas estúpidas que no le van a conducir a ningún sitio. ¿No queremos ser todos iguales? Pues empecemos en casa a demostrarlo.
    Mónica.

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  2. Tienes razón, puede que no lo dé a entender tanto, pero tu punto de vista es muy similar al mío. El abuso de autoridad, como bien dices, es malo, y hay que usar el razonamiento lógico siempre que nos sea posible. Pero en cuanto a los castigos, los veo como un mal necesario llegado el momento, aunque mejor si dicho momento no llega, claro está.

    Eso sí, un castigo ha de ser razonable, un niño no se puede criar a base del "porque sí", y en eso creo que estamos de acuerdo ;)

    Pero el tema de los castigos ha de usarse poco, como último recurso, y además ha de ser justificado. Y es que todo, en exceso, es malo.

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